No soplaban buenos vientos por Moratalla a finales de la centuria del XIX, por lo menos en lo que a comunicaciones se refiere. Los viejos y polvorientos caminos continuarían así durante muchos años y las nuevas carreteras, pasarían de largo o muy lejos. Moratalla quedó relegada, arrinconada entre sus sierras, encerrada en sus propias montañas, aislada del resto de poblaciones. Nadie “pasaba por Moratalla”, como antes. Porque en tiempos no tan remotos ni alejados, la Villa ejercía cierto poderío en cuanto al comercio ganadero se refiere, celebrándose importantes concentraciones semanales. Por sus valles y montañas serpenteaban mil caminos y veredas que enlazaban Levante con La Mancha y Andalucía, veredas y caminos que surcaban incansables rebaños, pastores y marchantes. Y la gente pasaba por Moratalla. Nuestra localidad era parada y fonda casi obligada. Además de las tres o cuatro posadas, existía otra cantidad variable de alojamientos ocasionales para los numerosos viajeros que llegaban, venían o cruzaban por la Villa.
Pero los vientos cambiaron. Soplaban aires de renovación que llegaron a otros pueblos: comenzaban a trazarse nuevas vías de comunicación de las que Moratalla no se benefició al proyectarse por lugares distintos a los tradicionales. Poco a poco, la actividad ganadera encontró así otros mercados, otros lugares más idóneos para el negocio de la compraventa. Se abrieron nuevos y distintos horizontes. Y el traslado de animales conoció algo nuevo y poco utilizado hasta entonces: camiones y trenes, los “modernos” medios de transporte. Los senderos y veredas quedaron solamente para el escaso comercio interior, casi para el recuerdo, y con ellos, los viejos pueblos y aldeas que ahora, quedarían demasiado lejos de esas nuevas calzadas y caminos de hierro. Condenados al olvido.
Así pues, Moratalla quedó apartada de las importantes rutas de comunicación por carretera. Y el comercio decayó. El ferrocarril también quedó demasiado lejos: la línea Madrid-Cartagena (1862) por un lado, influye negativamente al no construirse posteriormente el proyectado ramal que enlazaría Calasparra con Caravaca, trayecto en el que, según habían aprobado las Cortes, habría seis estaciones: Calasparra-Empalme; Calasparra pueblo; Moratalla; Minas de Zapata; Cehegín y Caravaca, proyecto cuya gestión venía realizando desde los primeros años del recién estrenado siglo XX, el prestigioso abogado don Rafael Adell y González, entusiasta luchador por la construcción de este ramal ferroviario que en marzo de 1912 pronunció una conferencia en el Casino de Caravaca sobre este tema, exhibiendo planos de la referida línea y dando cuenta de sus gestiones. Y por otra parte, el proyectado tren de vía estrecha Murcia-Caravaca, dejó a Moratalla totalmente al margen. Fue el único pueblo de la Comarca del Noroeste que se quedó sin este medio de transporte, estando tan “cerca” de una y otra línea. Definitivamente, Moratalla había perdido no uno, sino dos trenes. Menos mal que en febrero de 1893, se inician las obras de la nueva carretera que nos uniría con la vecina Caravaca, construyéndose poco después el Puente del Olmico, sobre el río Benámor y luego, el conocido como Puente de Garrido en la carretera que nos une por Las Murtas a la zona de Albacete: Tazona, Socovos, Ferez, Letur, Elche de la Sierra.
En las últimas décadas el aislamiento de Moratalla debido al trazado y estado de las vías de comunicación, se ha dejado notar bastante, habiendo influido negativamente en el desarrollo económico del municipio e impulsando al vecindario a la emigración. Trasladándonos a la actualidad y aunque la reciente Autovía del Noroeste-Río Mula “no pasa por Moratalla”, que es la puerta y corazón del Noroeste (una vez más se nos ha dejado un tanto al margen), los dieciséis kilómetros del ramal que, aproximadamente nos separan de ella, supone ya un acercamiento y una integración en esa moderna red vial. Esperemos que si en un futuro los políticos piensan trazar otra autovía que desde la Venta del Olivo enlace con la actual del Noroeste para establecer una mejor comunicación con Valencia, no se olviden otra vez de Moratalla, dejándola una vez más al margen del progreso, aislada y arrinconada.
José Jesús Sánchez Martínez.